MANIFIESTO PUNK. A 21 AÑOS DE LA REBECA. ¡QUE RUEDEN LAS TABLAS!

0
2044

Image and video hosting by TinyPic

Por: Oscar Farías • @oscarfarias69 / Ilustración: Juan David Ospina • http://incivilizado666.tumblr.com/

«Me acuerdo un día que llegué montando monopatín al frente de la casa de Fico para encontrarme con el resto de amigos del barrio (todavía estábamos en el Colegio) y estaba Camilo tocando con su acústica Holidays in de Sun de los Sex Pistols. Yo no la había escuchado y me marcó»

Fragmento de entrevista a Jairo Vargas, baterista de La Rebeca

Única foto existente de La Rebeca. Una reliquia del punk rock bogotano de los noventa. (De izquierda a derecha: Federico Bustillo, Jairo Vargas, Santiago Villamizar, Camilo Velásquez). Fotografía tomada por Felipe López, baterista de Marlohabil

Conocí a Santiago Villamizar, bajista de La Rebeca, mientras vivía en Melbourne, Australia, allí tiene un conocido café llamado Sonido, donde no solo le enseña a comer chorizo y morcilla a los australianos, también tiene la colección de vinilos más grande de música latina en Australia.

Me vi con el cuándo investigaba sobre la naciente escena de la cumbia en Melbourne, conocía su pertenencia a Míster Gómez en Bombay -la banda que le abrió las puertas a la ya conocida Li Saumet-, y de su relación con algunos músicos locales que estaban experimentando con la cumbia, podría darme algunas pistas, pensé.

Después de hablar de cafés, tornamesas y Landero, llegamos al punk, aunque este siempre estuvo ahí. Me conto de la banda que tenía con sus amigos de barrio cuando tenía 14 años, La Rebeca; de los toques en el skate park de suba; de Héctor Buitrago, Aterciopelados y Astrolabio; de las visitas al centro a parchar a ver que había; de los toques con Polikarpa y sus Viciosas, Danny Dodge, y Marlohabil; de lo diminuta que se sentía la capital y su underground noventero.

La cumbia podía esperar. Le propuse hacer un artículo sobre los 21 años del nacimiento de La Rebeca, y bueno, la propuesta fue aceptada, las preguntas enviadas y las respuestas me dejaron sin palabras. Son toda una declaración generacional de ese underground bogotano de los 90. No precisamente el que movían Los Aterciopelados y Catedral, uno más pequeño e igual de significativo, el del skate punk a principios de los noventa en la capital.

Este artículo tomará frases textuales de las entrevistas realizadas a tres de los cuatro integrantes de La Rebeca. Se valora muchísimo sus testimonios como descripción de una época incomprendida en la cual Bogotá se sentía aún muy pequeña.

Amigos desde que eran niños, Camilo, Jairo, Santiago y Federico, se reunían con sus tablas de monopatín a saltar las escaleras del recién inaugurado Bulevar Niza, en la localidad de Suba, en Bogotá. La afición por el skate era proporcional al gusto por la música. En un principio fue Nirvana, Rage Against the Machine, los Sex Pistols y los locales Delia y los Aminoácidos. Luego, con los más viejos del barrio conocieron a través del clásico cassette de varios (compilación casera de canciones favoritas de quien hace el cassette) a Siouxsie and the Banshees, Violent Femmes y REM. Finalmente, su atención definitiva en ese momento lo ocuparon las bandas sonoras de los videos de skate en betamax o en VHS. Era 1992.

En ese tiempo los vecinos de la generación anterior les prestaban videos de monopatín, como Bones Brigade y discos de música que estaban empezando a sonar de la mano con el Skate de calle de finales de los 80 y principios de los 90. Al mismo tiempo las revistas Thrasher de Sk8 traían en las últimas páginas carátulas de los últimos discos de la escena.

Plan B, de 1992, fue un video muy importante en ese sentido con canciones de Primus, Ned’s Atomic Dustbin y Pennywise precisamente por la música, el estilo y la actitud del skate en los noventa. “La conexión de la música y el monopatín era natural porque para saltar las escaleras del centro comercial Bulevar Niza se necesitaban cojones y la música ayudaba a emocionarlo a uno”, recuerda Jairo.

Si con Plan B reafirmaron su amor por el skate y se apasionaron con el punk rock, con la copila Faster and Louder de 1993, se convencieron por completo de montar una banda y tocar la música que tanto los hacía acelerar. La canción Civilization Dying de Zero Boys fue quizás el detonante para hacerlo, no solo porque era la canción que más escuchaban si no porque realmente encajaba con lo que querían tocar.


Los acelerados Zero Boys …
A los 15 o 16 años estos ya adolescentes bogotanos deciden alternar las tablas de monopatín con instrumentos musicales y formar una banda de música. Así nació La Fica, nombre inicial de la banda que casi de inmediato fue cambiado a La Rebeca.

La Rebeca nace más o menos en 1993 en las calles de Niza, amigos de barrio que desde sus 11 años practicaban el skate, todos más o menos de 15-16 años. “Nuestra gran obsesión y disciplina con el skate (montábamos tabla casi a diario por horas y horas) la trasladamos también a la música, ensayando muchísimo. Parte de nuestro estilo era estar borrachos en el escenario. Para lograr esto practicábamos casi el doble que otras bandas creo yo… éramos niños, éramos libres, éramos salvajes. Camilo, de familia de músicos, nos enseñó a tocar los instrumentos. Fue un gran maestro. Él es ahora el guitarrista oficial de Aterciopelados”, dice Santiago.

A principios de los noventa Bogotá experimentó una explosión de bandas influenciadas por lo que fue Hora Local. El ahora llamado rock alternativo se desató con furia en toda la capital. En pequeños bares, antros y locales de la Candelaria y Chapinero, principalmente, se vio un desfile de botas, redoblantes y jeans bota tubo. Jóvenes que sin ser músicos profesionales en su mayoría, se subían a la tarima y cantaban lo que les viniera en gana. Algo muy similar sucedió en Londres y Nueva York a finales de los setenta, o en Madrid, durante los ochenta.

El primer toque de La Rebeca fue por allá en 1993 durante un concierto de Danny Dodge, tocaron tres canciones de cierre con los instrumentos de Iseult, Daniel Jones, Pepino y Guguillo (¡los Danny Dodge!) allí. Recuerda Jairo: “La gente del público mostro interés y desde ahí empezó una relación de amistad con los grupos que ya tenían más experiencia en la escena local como Danny Dodge, Yuri Gagarin y Marlohabil -su baterista, Felipe López nos apoyó y enseñó muchísimo técnicamente-”.

Desde esa pérdida de virginidad en el escenario se vino una serie de toques masivos de La Rebeca. Salieron del barrio Niza y se fueron por todo Bogotá. La cercanía del skate punk con la pequeña escena hardcore hizo que tocaran montones con los capos de Sin Salida -que desde el 89 ya venían dándole al pedal-. Conocieron a otros jóvenes punks y no tan punks como ellos, tocaron con Polikarpa y sus Viciosas, La Familia Bastarda, Marlohabil y Skartel, entre muchos otros.

Como no esperaban nada de nadie decidieron organizar sus propios toques. Logística, tarima, cerveza, sonido, mejor dicho, todo lo que se necesitara para tocar, ellos se encargaban. Hicieron conciertos por todo Bogotá y Villa de Leyva, donde los bajaron del escenario en la mitad del toque por borrachos y desordenados. Cuando Bogotá les quedo pequeña organizaron el Caos Tour, trajeron a LMP (Los Malparidos) de Cali, y con otras bandas que aparecieron se fueron de puta madre en el que fue el más grande festival de punk bogotano en la época. Nacía una escena.

Flyer del Caos Tour en 1996. Si. La entrada valía $4.000 y la cerveza $400. ¡Benditos sean los noventa!

Sus conciertos -que en su mejor momento eran cada quince días- se llenaban de gente, «éramos pocos, pero esos pocos iban a todo, iban como 300 personas» me cuenta Santiago. Cuando le pregunto si hay fotos o videos de la época me responde: «Vea el video Waiting Room de Fugazi, ahí está la mejor descripción de esas épocas». La Rebeca empezó a tocar cuando no había ninguna banda similar en el país, sin querer serlo fueron los pioneros del skate punk en Colombia.


Vea usted también el video de Fugazi y saque sus propias conclusiones.

Creado Rock al Parque en 1995 se abrieron las puertas para que los cientos de bandas existentes en Bogotá tuvieran un espacio masivo donde tocar además de recibir un beneficio económico. Fue tal su éxito, que para el año siguiente se abrieron las puertas a 60 bandas nacionales para que tocaran en los dos días que duró el Festival.

A La Rebeca le toco el turno en el estadio Olaya Herrera, «tocamos tanto en tantos lados que pasamos de una, nunca habíamos tocado para tanta gente», recuerda Federico Bustillo, su guitarrista, con lo que lo que ganaron grabaron su primer y único álbum producido por Infinity Records. Sin embargo, haber participado en el Festival no resultó ser la gran cosa, fue muy mainstream para su gusto, recuerdan. Lo de ellos era tocar en casas abandonadas, antros vaporosos, emborracharse y darlo todo en el escenario; de haber tenido dinero hubieran roto sus instrumentos en cada toque.

Una cosa impresionante de La Rebeca era como en esa época, sin internet ni nada, sin haber grabado una sola canción, veían desde la tarima como mucha gente se sabía las canciones de tanto ir a los toques. Sus conciertos nunca pasaron desapercibidos por quienes fueron a verlos.

Juan Obando, baterista de Molotov (los criollos, no los mexicans), recuerda en un artículo titulado La nueva escuela, que la primera vez que vio a La Rebeca tocando en el Splash –una casa en ruinas en la 116 donde se hicieron más de mil y un toques- casi se pone a llorar. No se rían fue muy en serio. La emoción de ver a unos pelados como él tocar Together on the sand de NOFX lo impresionó tanto que decidió hacer una banda para tocar la música que le gustaba, y de paso compartir tarima con los Rebecos. Estoy seguro que esa historia le sucedió a más de uno.

Era 1996, y quizás fue su mejor época como banda. Sin embargo, fieles al espíritu de Sid Vicious, de vive rápido, muere joven, colgaron sus instrumentos en noviembre de ese año, ante un público de 500 personas que nunca se imaginaron que los duros de la escena se estaban despidiendo. Los días del skate punk de La Rebeca habían llegado a su fin.

Cada uno siguió con sus intereses individuales, ninguno ha abandonado la música. Tampoco creo, como afirma Santiago, que haya pasado un solo día sin que los cuatro recuerden que fueron skaters y que tocaron punk. Esto ha sido de ellos:

• Camilo Velásquez, voz líder y guitarra. Es hoy el guitarrista oficial de Aterciopelados además de haber cosechado múltiples éxitos en su carrera como músico.

• Santiago Villamizar, bajo. Fue pionero de la champeta dub con Míster Gómez en Bombay y tiene un café maravilloso en Melbourne, lleno de vinilos y música. También en sus ratos libres se dedica a mezclar vallenato hardcore, merengue arrabalero y trance de pueblo.

• Jairo Vargas, baterista. Es ingeniero de proyectos en África, surfea y no hay día en que no deje de tocar su guitarra acústica; planea grabar algo pronto.

• Federico Bustillo, guitarra y voz. Es productor musical y compositor de la banda de punk-rock La Maldinga. Afirma que seguirá tocando hasta que muera.


Y si. Esto fue La Rebeca

Comentarios de Facebook
Compartir
Artículo anteriorConvocatoria Festival Elpatron Records
Artículo siguiente3X1 Noticias
Blog Anti Ruido sin fronteras

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here