Por: Carolina RM / Fotos: Cortesía de Tomás Makaji.
El punk ha sido un hijo maldito de su tiempo, pero particularmente en América Latina. Las cloacas de una Medellín deshecha por la violencia social, económica y política lo parieron en Colombia a mediados de los 80. En Argentina, bajo el ojo vigilante de la dictadura que asumió el poder en 1976, se propagaría como un germen a paso lento pero seguro.
Para el 77, a la sombra de los desaparecidos, las detenciones, la represión y la más atroz violación de los derechos humanos, grupos de jóvenes empezarían a juntarse en Buenos Aires alrededor de este ruido. La posibilidad económica que tenían algunos de viajar a Londres permitió que se toparan con la explosión del género, cuya difusión se dio gracias a los vinilos que traían de Europa. A la par, el libro de Juan Carlos Kreimer, Punk, la muerte joven (1978), registraba la efervescencia del punk en Inglaterra y se convirtió en una especie de ‘biblia’ para los primeros punks de Argentina, pero también de muchos países de la región.
La revista de rock Pelo publicó en la época una nota en contra del fenómeno. La respectiva respuesta de uno de sus lectores (Hari B) a favor del naciente movimiento, terminó por unir a los miembros de Los Testículos, al parecer la primera banda de punk en Argentina, que se llamaría Los Violadores poco tiempo después.
Durante la llamada ‘transición’ a la democracia, a partir de 1983, el circuito subterráneo existente se haría más visible y explotaría en la proliferación de bares, fanzines y bandas de todos los géneros. Es en ese momento de la historia donde se sitúa Desacato a la autoridad, documental de tres partes —la primera se estrenó en 2014, la segunda en julio de este año y la tercera está en postproducción—, dirigido por Pat Pietrafesa (She Devils, Cadáveres de niños) y Tomás Makaji, quien nos concedió esta entrevista y además está detrás de otro recomendado documental, Buenos Aires Hardcore Punk.
En los ochenta empezaría a consolidarse en Buenos Aires una escena punk más politizada, que no solo difundía música en fanzines como Resistencia, Quién sirve a la causa del kaos, Agitación y La furia, entre muchos otros, también trataba temas sobre anarquismo y contracultura, así como información sobre los edictos policiales bastante represivos de la época. Estas influencias llevarían al surgimiento de varias experiencias de encuentros e intercambios entre punks y rockeros, como por ejemplo la organización de marchas y manifestaciones contra la policía, la creación de una breve cooperativa para autogestionar música y material, y la vinculación estrecha entre un espectro del punk y los espacios y tradición anarquista de la ciudad, particularmente con la Biblioteca Popular José Ingenieros.
ANTI: ¿En qué momento le dieron forma a la idea de hacer un documental sobre el punk en Buenos Aires? ¿Qué los motivó?
TM: Cuando hice las entrevistas de Buenos Aires Hardcore Punk conocí muchas cosas de los ochenta de las que no había registro más allá de ser historias que pasaban de boca en boca. Ese documental fue muy difícil de hacer y teníamos que resumir un montón de cosas en muy poco tiempo, entonces quedó mucho material por fuera. Todo ese tema de los ochenta me interesaba mucho, era una deuda pendiente.
Un día hablando con Patricia surgió la idea de hacer un documental sobre fanzines y queríamos tocar los temas que trataban los fanzines y no tanto enfocarnos en los grupos de la época. Patricia fue parte activa de la escena en ese entonces, y además de tocar en bandas y editar fanzines, entre ellos Resistencia, fue activista de todas las cuestiones que tocamos en el documental. Su experiencia personal y conocimiento del tema hicieron posible también que pudiéramos realizarlo.
ANTI: ¿Por qué decidieron darle este enfoque? ¿Cómo lo pensaron?
TM: En realidad dijimos vamos a hacer lo que salga e intentar meter las temáticas de los fanzines, tratar de contar todo lo que estaba asociado a eso. A veces tiene que ver con la música, pero en los fanzines la comunicación de ciertas cosas, como las marchas contra la policía, el tema del anarquismo, la cooperativa, la autogestión, es más constante y concreta. En el fanzine el mensaje político y actitudinal está completamente expuesto, a veces mucho más que en un escenario, una banda o las letras.
En realidad no tiene un guion, es como estar leyendo un fanzine, tiramos un montón de datos por segundo, hay que estar prestando atención por la cantidad de información. No queríamos hacerlo desde un punto de vista cinematográfico y muy serio, con la curva y el drama, etc., porque para mí el punk son temáticas serias pero tratadas desde una estética que no es formal, intentamos jugar con eso y no perder esa actitud que lleva el punk en sí mismo. Esa sí fue una decisión consciente.
ANTI: ¿En qué contexto social se da el nacimiento del punk en Buenos Aires?
TM: En el documental no tocamos lo que es el inicio, hablamos de lo que sería la segunda camada. En Bs. As. nace durante la dictadura militar, en el 78. Una gran cantidad de desapariciones en dictadura se dieron por esa época, 77 – 78. En el último libro de Los Violadores y Juan Carlos Kreimer, Más allá del bien y del punk, cuentan que en esa época salían al choque con un montón de cuestiones casi sin medirla conscientemente, y eso contagia al resto de las otras generaciones.
ANTI: ¿Cómo vivieron los punks el cambio de la dictadura a la democracia? En el documental algunos testimonios dan a entender que incluso se intensificó un poco la represión…
TM: No tengo tan clara la cuestión porque no viví esa época, hay opiniones encontradas al respecto. Por un lado, se dice que la represión específica del under aumentó porque de algún modo antes no estaba en la agenda directa de los militares, no era el problema mayor por así decirlo. Sin embargo, también es cierto que antes de la democracia hubo redadas de represión bastante intensas.
Lo que puedo decir es que revisando el archivo de periódicos de la Biblioteca Nacional me parece que la transición es una época muy paradójica. Por un lado, el escape y la explosión, se estaban haciendo muchas cosas. Pero había un sector bastante conservador, y todavía lo es, de gente que tiene miedo a los cambios y lo que no cuadra dentro de la idea de progreso lineal a la que estamos acostumbrados. Estos jóvenes salían a cuestionar todo esto ya desde el look y eso les daba miedo. Y después había gente a la que le resultaba exótico, casi como un circo.

ANTI: En la segunda parte de ‘Desacato a la autoridad’ vemos que esa relación de creciente cercanía con el anarquismo generó diversas experiencias de colectivos e iniciativas entre los punks. ¿Podrías hablarnos de algunas de ellas?
TM: Todo pasaba al mismo tiempo y esa fue una de las dificultades del documental: hacían una marcha contra la policía, a los tres o cinco meses se da la primer reunión en el Jardín Botánico —Patricia fue una de las organizadoras— y en esa reunión hablan de la idea de crear una cooperativa y luego se organiza otra marcha contra la policía.
La idea de la cooperativa era poder sacar el material, encontrar lugares para tocar porque era difícil conseguir, y lograr aglutinar una escena. Venían de tocar para 50 personas y de repente hacen un concierto con 200 – 300. Tiene que ver también con un tema del negocio de la música. Dentro de la cooperativa había personas con intereses diferentes, algunos buscaban poner en práctica las ideas anarquistas y cambiar el negocio de la música, otros una oportunidad para poder tocar y hacer sus cosas, etc. En ese momento empieza a hacerse consciente el discurso de la autogestión, de hacerlo todo ellos mismos y alejarse del mainstream, etc.
ANTI: ¿Cómo era la relación entre el punk en capital y en provincia?
TM: Bueno, según los testimonios de las entrevistas había algunas tensiones por cuestiones de pertenencia a tal o cual barrio, una cuestión sutil pero que siempre está. Pero en verdad eran tan pocos que estaban todos reunidos. Los tipos realmente veían a alguien con una remera y lo paraban, a mí me pasó también a principio de los noventas, de conocer a gente que de repente aparecían con una remera de una banda que te gustaba, era compartir algo que nadie más sabía, te emocionaba. Con tener la misma pasión ya nos entendíamos de algún modo.
En los fanzines publicaban las reuniones, los recitales… Los tipos leían una crónica de un recital y se volvían locos, al otro recital ahí estaban, juntando y conectándose. Los fanzines te permitían conocer a la gente antes de conocerla. Lees una entrevista, ya sabes más o menos qué piensan, no es solamente la música, pueden conectar a la gente desde un lugar más humano. Tienen su propia forma de lenguaje.
ANTI: ¿Por qué es importante rescatar estas historias?
TM: Estas son historias de fracaso en términos de lo que se supone que es el éxito, esta es una sociedad exitista al 100%, es una especie de absoluto: medir todas las experiencias en términos de rentabilidad, no hay lugar para el error, y está muy interiorizado en las personas. Especialmente hoy cuando todo está medido respecto a la aceptación, tantos likes que aprueban lo que haces. Y el punk rock no escapa de eso. El documental me hizo reflexionar acerca de este tipo de cosas, de hasta qué punto lo tienes formateado en la cabeza sin darte cuenta.
Lo de la cooperativa es un claro ejemplo de algo. Es genial saber que existió, está buenísimo que lo hayan hecho y también que no haya pasado más de lo que pasó. Es notable porque nos han preguntado periodistas ¿por qué crees que las bandas de punk de los ochenta no llegaron a grabar? No sé, no importa si grabaron o no. Lo que cuenta es la experiencia.
Yo pasé años de mi vida sin poner un pie en un recital porque era muy chico, viví un mundo de fantasía gracias a los fanzines y la música que traía mi hermano. Hay una especie de mística en que no haya tantos registros de la época, que no sea tan palpable y que puedas construir ese mundo, porque el punk rock no deja de ser ciencia ficción llevada a la realidad, fuera de lo que es lo político y lo social, etc.
ANTI: Me parece que la nostalgia permanente sobre esa mística puede ser problemática. Hay cierta rivalidad entre el punk vieja escuela y las nuevas generaciones.
TM: Si te fijas en el documental, salvo una parte en que hablan del internet en el capítulo 1, no queremos que pase esto de “lo de ahora no vale o no sirve”, nosotros te mostramos cómo era y ya si tú quieres hacer una comparación, hazla. No nos interesa poner ese discurso de que la juventud de ahora no tiene un valor, porque es una cosa que he reevaluado haciendo el documental. Lo único que puede estar llegándole a faltar a la generación de hoy es hacer una identificación de los males de hoy, contra qué hay que luchar hoy en concreto, pero también es mucho más difuso identificar eso que entonces.
La vez pasada fui a grabar a un recital, porque estoy haciendo un documental sobre una banda hardcore de los 90s y me quedé sorprendido por la cantidad de gente joven. Y en el pogo había gente de 40 – 45 y jóvenes, está bueno que todos estén juntos ahí.
Yo tengo una esperanza tremenda en que se arme una batalla cultural contra la dictadura de la belleza, del instagram, de lo lindo, del éxito, y de a poco voy viendo que se pasa de un punk más mainstream a un punk que quiere volver a lo más cutre, a la carne podrida. Quizá sea un chispazo y se termine, pero tengo una esperanza de que se va a dar. Si la generación nueva logra trabajar mucho en la fealdad, en el error, si logra agarrarlo de nuevo como una bandera, va a pegar un batacazo.