Reseña. Mala hierba: el surgimiento del punk en Castilla

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Image and video hosting by TinyPicPor: Carolina RM

Cuando se habla del origen del punk en Colombia hay un referente claro: Medellín. Para 1984 Castilla era una de las 3 comunas más violentas y la ciudad había pasado de ser considerada un foco industrial y manufacturero hasta 1970, al agujero en el que se reunían en un solo lugar todos los males del país. Aunque el surgimiento del punk se corresponde con esto, la memoria sobre su historia, supremamente rica y llena de matices, se ha quedado sin embargo cada vez más en los mismos lugares comunes.

Lo que se ha escrito sobre el tema, mayoritariamente dividido entre el plano académico y la reproducción mediática de clichés sobre el punk, así como algunos documentos o relatos publicados por personas de la escena de la época, suelen dar mayor relevancia al contexto del momento dejando de lado otros factores igual de importantes.

La existencia previa de parches de rockeros y metaleros en barrios de las comunas de Castilla y Doce de Octubre; el acumulado cultural que estos jóvenes tenían por la colección y difusión de música de rock en casete y vinilo; los encuentros privados y públicos para parchar y escuchar música en grabadora; la existencia de una tradición de organización obrera y sindical en estos barrios, impulsada a veces por sectores religiosos de izquierda como la teología de la liberación; la presencia histórica en la zona de artistas y colectivos de diversas disciplinas que tejían redes, entre otros, fueron factores fundamentales pero por lo general olvidados a la hora de documentar la historia del punk en Colombia.

La necesidad de indagar sobre esto, entre otras razones, fue la que impulsó a Carlos David Bravo ‘Caliche’, integrante de Desadaptadoz, a iniciar la investigación y consecuente publicación de Mala hierba: El surgimiento del punk en el barrio Castilla, 1985-1995.

Escrito en un tono ameno y relajado, es una investigación rigurosa que intenta comprender las razones por las que el punk nació en las comunas noroccidentales de la ciudad y propone unas lecturas agudas sobre el pensamiento, accionar, estética y forma de relacionarse alrededor del punk en el momento.

Para dar un ejemplo interesante, analiza el discurso y la deconstrucción del cuerpo que planteaba el punk, aunque no de manera consciente, frente a la tradicional cultura antioqueña del arriero trabajador. Dedica también un pequeño aparte a las pocas mujeres que parchaban en ese entonces, a la breve existencia del Movimiento Punk de Medellín (1985), a la relación que existía entre punkeros y metaleros, entre muchas otras cosas.

Incluye además material fotográfico inédito y una cartografía desplegable en la que ubica los bares, los conciertos, las bandas, los recorridos, los ensayaderos y las casas o lugares clave para el nacimiento y consolidación del punk en la zona, en los ochenta y noventa. Blog Anti habló con Caliche sobre el libro, que puede conseguirse en Bogotá en La Valija de Fuego (Cra 7 # 46 – 68) y en Medellín en Cinextreno (Centro comercial Paseo la playa, local 168).

B.A ¿Cuál fue el proceso detrás del libro?

Caliche: Fue un proceso lento y largo, que empezó por allá en el año 1999. Inicié la investigación en primera instancia con la necesidad de comprender y darle sentido a una época que fue vertiginosa, difícil de entender y documentar por la efervescencia del momento.

B.A: ¿Cómo llega el punk a Castilla?

C: Por medio de algunas copias de discos y casettes que se fueron filtrando en el circuito de préstamos e intercambios, además de alguna información que llegaba por fotocopias, películas y libros sobre el tema.

Complot a principios de los años ochenta. Fotografía de Mauricio Henao, cortesía de Mala hierba

B.A: ¿Cuáles fueron las características de Castilla que le permitieron ser cuna del punk en la ciudad?

C: La zona noroccidental surgió como un asentamiento obrero. La conformación de los primeros barrios se dio en estrecha relación con la Iglesia y sus parroquias, las cuales les dieron los nombres y también parte de su identidad a muchos, como ocurrió con el Barrio Lenin, como se conocería después de la llegada del sacerdote Vicente Mejía.

Algunos curas alcanzaron un importante prestigio en el barrio por su carisma y militancia, su carácter de trabajadores y su protagonismo en las actividades decisivas y reivindicativas. Además se conformaron asociaciones intracomunitarias de tipo social, cultural y político, como el Comité Popular del barrio Lenin, que existieron en primer lugar para responder a los intereses puntuales y a las necesidades concretas de los pobladores. Allí confluyeron fuerzas de izquierda, del sindicalismo y expresiones del arte popular.

Desde los años setenta fue una zona donde los jóvenes tuvieron una orientación ideológica y una apuesta por lo político, por organizarse alrededor de la música y el arte, unido a prácticas culturales, organizativas y reivindicativas fuertemente arraigadas en la comunidad. De ahí que desde aquellos años hasta mediados de los ochenta se generaron movimientos artísticos con legitimidad en la población.

En los ochentas emerge una generación que comenzó a desarrollar sus propias iniciativas culturales y políticas, distanciándose incluso de las organizaciones tradicionales de la izquierda, construyendo experiencias que expresaban un cambio generacional.

Danger «Festival de bandas 1985, Festival JIV Limitada, Festival de Juventud o Batalla de las bandas. Cortesía de Mala hierba»

B.A: ¿Por qué la delimitación del tiempo es del 85 al 95?

C: Los porqués de esta delimitación son varios y atienden tanto a razones sociopolíticas como a musicales culturales. Desde la perspectiva social, en esos diez años Medellín pasó de ser la ciudad industrial de Colombia, a ser reconocida como una de las ciudades más violentas y en crisis del mundo. Desde la perspectiva musical, en esta década el punk tuvo un crecimiento importante, saliendo del underground e instalándose en el imaginario cultural de la juventud de la ciudad de Medellín.

B.A: ¿Cuál fue la metodología de la investigación?

C: La finalidad del trabajo es generar información relevante que contribuya a dar visibilidad a los jóvenes punks de la década de los ochenta y de la actualidad en este territorio, pero sobre todo, comprender cómo se dio este proceso, por eso recurrimos a una metodología cualitativa.

Damos gran importancia a reconocer la voz de las personas, por eso unas de las fuentes principales son las entrevistas a protagonistas del momento histórico. También acudimos a documentos históricos y periodísticos, audios de grupos de la zona, artículos, videos, archivos y contenidos disponibles en la web por diferentes blogs y páginas.

Albeiro «El Calvo» integrante de Los Porks 1985

B.A: ¿Cuál crees que es el mayor aporte del libro, en comparación con otros que se han escrito sobre el punk en Medellín?

C: Nuestro interés por hacer una arqueología musical de las raíces históricas y sociológicas del movimiento punk, con acento especial en el barrio Castilla, para incitar, conservar, transmitir y actualizar el punk en la zona noroccidental a partir de un ejercicio de recuperación de la memoria colectiva, particularmente enfocado en el proceso de territorialización de los jóvenes y el punk en el área.

B.A: ¿Por qué es importante hacer investigación sobre la memoria subterránea?

C: Las historias subterráneas de los años ochenta en nuestra ciudad han sido poco documentadas. Este es un intento por plasmar la memoria viva de aquellos que fuimos parte de este proceso y hoy lo sentimos con afecto de los recuerdos y la racionalización de la Historia. Me permito retomar las palabras de la doctora Olga Rodríguez Ulloa sobre la escena underground de Lima de los ochenta: “Para las prácticas actuales de memoria histórica sobre el conflicto armado, el Movimiento Subterráneo puede ser un procedimiento valioso que abra el debate público y que nos acerque a las prácticas artísticas e intelectuales que convivieron con la violencia”.

Cartografía de la escena Punk en Medellín
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