Por: Christian Solano @christiangadejo • Diseño: Blog Anti @BlogAnti
Riff fuertes, casi industriales. Baterías atípicas, mucho redoble, plato y bombo, sin nada de tones. Bajo pronunciado y complementario, una voz única de rima callejera y como para salirse de todas la líneas un violín. Eso era Ultrágeno, y por eso Blog Anti se dio a la tarea de buscar a uno de sus integrantes, Andrés Barragán, guitarrista de la agrupación capitalina. Para conocer mucho más acerca de unas revelaciones más gratas del final del siglo XX en la escena rockera colombiana.
Bueno, empecemos a hablar de Ultrágeno, que aunque es una banda de culto principalmente en Bogotá, realmente no es mucha la información que existe en estos medios digitales. Así que Andrés, vamos de adelante para atrás.
Blog Anti: ¿Cómo nació la iniciativa de volver a formar Ultrágeno para presentarse en Rock al parque 2007?
Andrés Barragán: La iniciativa surgió porque en su momento se pensó en hacer un documental sobre la banda, inquietud que yo venía alimentando desde hace varios años. Apenas comencé a sondear el tema, descubrimos que Daniel Casas, entonces director de Rock al Parque, estaba pensando en reunirnos para efectos del Festival, así que todo encajó, su energía –y apoyo a través de la organización- hicieron posible tanto el reencuentro como la grabación del documental (que aún no ha sido editado: fueron noventa horas de material).
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Foto José Enrique plata |
B.A: ¿Por qué no continuar?
A.B: Básicamente, Ultrágeno fue concebido como una propuesta artística que nunca se iba a vender y que en tal medida, nunca contempló ser un producto sostenible. En el momento en que nació, era imposible vivir del rock de manera “idónea”, es decir, sin tener que hacerle reverencia a los medios o a la industria, como tal. Todos teníamos esto claro menos Amós, el cantante, que sí esperaba vivir de la música. Poco a poco todo fue cambiando y cuando finalmente la industria local cambió lo suficiente como para hacer viable un proyecto musical y todos decidimos dedicarnos a eso, ya era demasiado tarde para Amós, que venía esperando esa oportunidad por años y que para entonces ya había tomado la decisión de irse a España. Aun así lo retuvimos lo suficiente como para grabar el disco y organizar la última gira nacional –La gira de la Recodificación-.
B.A: ¿Se piensa en una nueva reunión?
A.B: No. Estamos viviendo en continentes distintos y ya para Santiago –el bajista- su vida familiar y laboral le exige demasiado como para contemplar el proyecto. Él vive en Dinamarca, mientras Juan Camilo –el batero- vive en Nueva York. Amós vive en Barcelona y yo en Bogotá.
B.A: ¿Cómo recibieron el Tributo a Ultrágeno hecho por algunas bandas colombianas?
A.B: Pues fue un verdadero honor. Algo que siempre tuvimos claro en el grupo era que nunca esperábamos ser una banda demasiado popular. De hecho, las bandas que nos influenciaban e inspiraban no eran realmente comerciales. En realidad, lo que creíamos más importante de hacer una banda era encontrar una voz propia, con la que pudiéramos dejar un legado de cara a los demás músicos. Cuando salió el tributo fue muy satisfactorio porque para nosotros era la prueba de que se había logrado el objetivo.
B.A: El sonido de la banda realmente resultó muy innovador, y lo sigue siendo, bajo esa lupa ¿Qué bandas locales de hoy suenan diferente? ¿Estamos estancados?
A.B: La verdad estoy totalmente desconectado de la escena. Después de estar absolutamente conectado por diez años y haber ido fácilmente a 300 conciertos, no he querido saber nada de la música reciente, pero no porque la considere mala, sino porque simplemente estoy en otra onda. Sí he visto que la escena es cuarenta veces más profesional que la que nos tocó a nosotros y ocasionalmente oigo una que otra banda haciendo algo nuevo. Eso sí, también veo bandas haciendo lo mismo de siempre y eso no es tan esperanzador, pero me alegra en general que la escena es ya imponente y puede hacer cosas en grande.
B.A: ¿Qué hace que el sonido y el discurso lirico de la banda siga vigente?
A.B: Definitivamente su identidad. Pero no fue fácil. Yo duré dos años con Juan Camilo –el batero- y Santiago –el bajista- ensayando todas las semanas para encontrar un sonido distinto. Cuando llegó Amós, él añadió muchos elementos que contribuyeron a forjar la identidad y cerraron el proceso, pero fue una búsqueda muy compleja.
B.A: ¿Cómo se concibe Ultrágeno?
A.B: Básicamente yo acababa de lanzar un disco independiente con Yuri Gagarin y los correcaminos. Pero más allá de que era una de las primeras producciones independientes en CD, creo que la producción y algunos elementos musicales no eran lo que me mataba. El 31 de Diciembre de 1994, pocos días después de retirarme, estaba grabando mis riffs para armar una banda nueva. Juan Gabriel Gutiérrez, luego cantante de La Séptima y de Ion, me presentó a Juan Camilo Osorio, que venía de tocar con Sol de Media Noche. Fue química instantánea, porque él y yo compartíamos varios gustos y diferíamos en otros que resultaban complementarios. Junto con él armamos el verdadero camino de lo que queríamos a nivel de sonido y luego, con la ayuda de Santiago Paredes, que poco después se unió a la banda como bajista, camellamos muchísimo buscando sonidos y encontrando patrones novedosos. Después de probar con 33 cantantes, Amós accedió a tocar con nosotros y ahí, como ya lo dije, se cerró el proceso.
¿Bajo qué influencias?
A.B: Algo que nos encantaba era que todos traíamos influencias distintas. A todos nos gustaba el industrial, el Hardcore. Aunque veníamos de oír Grunge y nos identificábamos con la ideología del Punk, así como con lo “contestarío” del Rap, pero, por ejemplo, Amós estaba más metido con temas Tecno, Juan Camilo exploraba patrones de industrial europeo rarísimo y Santiago tuvo una época Neopunk brutal. Yo pasaba de Front 242 y Circle of Dust, a Orange 9mm y Soda Stero, de Caifanes a las Almas y de Gwen Mars a Pearl Jam. Fue una época de mucho aprendizaje y de mucha investigación musical.
B.A: ¿Por qué un violín?
A.B: Simplemente porque era parte de hacer algo diferente. El único grupo que había hecho algo así era Catedral, cuya temprana disolución hizo que la idea todavía tuviera espacio para explotarse. Entonces decidimos explotarlo más y creo que cumplió su objetivo.
B.A: Si no estoy mal, oficialmente Ultrágeno debuta con el compilado de MTM llamado “Subtérranica”, las dos canciones que salen allí son “La Inconvenientemente” y “Almuerzo ejecutivo”, con un sonido que dista un poco de su primera larga duración. ¿Dónde estuvo el cambio para llegar finalmente al estilo reconocido de la agrupación?
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Portada Compilado |
A.B: Ahí aprendimos una de las lecciones más importantes de Ultrágeno. Nosotros no podíamos hacerlo todo. Creímos que nosotros mismos podíamos producir nuestra música y contratamos a un productor pésimo, cuya negligencia pensamos que podríamos sobrellevar porque conocíamos –o creíamos conocer – nuestro sonido. El resultado fue una grabación mal mezclada y completamente amateur que nuestros fans luego supieron olvidar gracias a su fe ciega y a nuestra energía en vivo. Hoy lo considero como un pasaje oscuro de nuestra discografía. No lo oigo porque me da física pena.
B.A: ¿Cómo era la relación de todas estas bandas que hicieron parte del compilado?
A.B: Lo único bacano de ese compilado fue que pudimos conocer mejor a las otras bandas y compartir tiempo con ellos en conciertos. Ahí nos hicimos amigos de Carpe Diem, Charconautas (uno de cuyos miembros fundó BombaStereo), Bocabajo, La Séptima, Yuri Gagarin (en versión renovada, que era mucho mejor que la mía) y Albert Einstein. Éramos un solo parche y fue una maravillosa experiencia.
B.A: De ¿dónde salían las letras de Ultrágeno y Cómo era el proceso de composición?
A.B: Las letras eran obra total de Amós. Nosotros le respetábamos ese espacio y no nos metíamos, salvo por una opinión ocasional. La música funcionaba así: yo llegaba con un riff casi siempre, pero a veces JC traía un patrón de batería o Santiago una línea de bajo. La idea inicial siempre se aterrizaba con el patrón de batería y bajo y se pulía. Luego Amós, que para ese entonces manejaba varias frases y melodías en su cabeza, las cotejaba y encontraba la que mejor se ajustara: en otras ocasiones simplemente la improvisaba y salía. Mejor dicho, podemos decir que era un verdadero esfuerzo colectivo, porque todo, salvo los riffs iniciales, provenía de un diálogo musical en los ensayos.
B.A: ¿Cuál fue el primer toque de Ultrágeno?
A.B: El primer toque no oficial fue en un bazar del colegio St George. El bajista de entonces, Ricardo Gómez, lo cuadró para medirnos el aceite en vivo. Fue chévere, pero crudo. De hecho, esa vez tocamos “Drulos” sin que tuviera letra o nombre: Amós improvisó un canto y de ahí salió esa voz melódica que sale en el demo. No existían “Divino Niño”, ni la camada final del primer disco. Me atrevo a pensar que tocamos “Almuerzo Ejecutivo”, “Ultrágeno”, “La inconvenientemente”, “Razafuria” y esa protoversión de “Drulos”.
El lanzamiento oficial fue, luego, en Villa de Leyva, donde tocamos con Yuri Gagarin y otras bandas, no recuerdo cuáles ahorita.
Y el primer concierto en Bogotá fue en Teusaquillo, creo que con la Santa Bulla.
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Portada Primer disco / Flickr Andrés Barragán |
¿B.A: En qué momento se deciden por grabar su primer álbum el “Ultrágeno”?
A.B: Veníamos con el sueño de grabar, pero solo se hizo realidad cuando Gabriel García, director de Hormigaloca (sello de las 1280 almas) se le midió a ficharnos. Él nos apostó y le metimos toda la fuerza posible al proyecto. Fue uno de los momentos más felices de nuestra vida. Hasta el día de hoy, Gabriel sigue siendo un gran amigo.
B.A: Ese primer Disco tiene una gran canción tras otra, sin embargo “Código fuente” no se quedó atrás, ¿Qué hizo esa banda en ese lapso de 4 años entre álbum y álbum?
A.B: Entre álbum y álbum nos dedicamos a tocar y a componer, aunque también hicimos un par de ejercicios en video. Como ninguno se dedicaba a la banda, nos centrábamos en crear canciones con altísimos controles de calidad, para que ninguna tuviera notas repetidas o para que cada una aportara algo nuevo. Eran procesos de composición tan exigentes, que no quedó ningún riff “en el tintero”: todas las ideas que tuve y consideramos valiosas como guitarrista quedaron insertadas en todas las canciones. La última –lo recuerdo perfecto- fue el puente de No lo sé. Nunca después hubo otro riff en mi cabeza para Ultrágeno.
B.A: Ultrágeno aportó un gran término la jerga rockera bogotana. La “razafuria” Definamos esa palabra por favor, ¿Hay razafuria? O ¿Solo cabe la etiqueta para quienes vivieron el momento?
A.B: Amós definió la “razafuria” como esa juventud bogotana con muchas ganas y energía para cambiar las cosas pero no siempre con la claridad de cómo hacerlo. Como una especie de colectividad ávida de transformar pero ignorante de sus propias capacidades y talentos. Creo que sigue válida, porque la juventud Bogotá –y colombiana- no parece creerse mucho el cuento de su propia capacidad. Es una mezcla de escepticismo y timidez que, en caso de evolucionar, podría cambiar las cosas.
B.A: ¿Fue complicada la disolución de la banda?
A.B: Sí. Fue traumática, justo porque se dio en el momento en el que íbamos “por la de oro”, como dicen por ahí. Creo que la historia de Ultrágeno es, en últimas, lo que en cine se llama un “rise and fall”, una ascenso con su consiguiente caída. Es otra historia del fracaso de una banda rockera en el país del chucu-chucu. Pero si bien fue un fracaso empresarial, creo que fue un triunfo empírico para nosotros y constituye, cada día más, un motivo de orgullo.
B.A: Para cerrar, ¿Cuál es el legado que deja Ultrágeno?
A.B: El legado, para mí, es un tema de identidad e integridad. Creo que todas las personas que nos atrevemos a hacer cosas deberíamos hacerlo bajo nuestros propios términos y no bajo las reglas que otros nos imponen, sean industrias o dogmas. El legado es un legado –quizás humilde, pero certero- de que si uno hace las cosas siendo honesto consigo mismo y siendo íntegro, sin comprometer nada, al final del día ese mensaje se transmite y puede ser semilla de algo. Algo así como: “grita lo que sientes, grítalo pronto que es tarde después”, como decía Amós.
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Flickr Andrés Barragán |