Esta entrada la saco de «El Periódico» escrita por Owaldo Hernández el 02 de Septiembre de 2009.
La Guatemala de mediados de los setenta se sacudía literal, involuntaria y violentamente desde el subsuelo. Un terremoto –el del 76, claro está– terminaría por transformar, como lo hace todo sismo en el mundo, el entorno social en la suma de sus circunstancias. Una de ellas, la música, en específico, del altiplano guatemalteco en San Cristóbal, Totonicapán. Allí, en plena tierra recién labrada a puro temblor, se vería florecer la primera escena del punk de Guatemala. Se trataba del inicio de la banda subterránea Warning, del pequeño estreno del punk en el tercer mundo, de la historia puntual de Héctor Mendoza en medio de la escena como líder de este grupo nacional. Warning se presenta el sábado, en el Stage Punk, a las 14:00 horas, en Bar los Coquitos (vía 6 3-09, Cuatro Grados Norte).
Un arma demasiado grande
Desde los campamentos de las brigadas de ayuda internacional, en el 77, y en el 78, los oídos de Héctor Mendoza conseguían distinguir la celeridad básica de tres acordes. Tenía tan sólo ocho años y grupos como Ramones, Sex Pistols o Tom Robinson band… sonaban en medio de la noche, durante las horas de descanso que lograban los voluntarios extranjeros. “Traían parte de su cultura, pero lo que a mí me llamó la atención desde un principio fue la música”, recuerda Mendoza. La primera banda vino a principios de los ochenta y tocaban “conectados a viejos radios de bulbos incandescentes como toda una banda de garaje”. No obstante, un año más tarde Totonicapán se convertiría en una especie de corredor para pelotones militares.
“Desde San Marcos, desde Xela, desfilaba el Ejército en las calles. Entraban a las casas, exigían cosas y registraban. De vez en cuando, le tocaba el turno a mi casa y la novedad entre los soldados eran los instrumentos musicales y entonces las interrogantes… Había que explicar que se trataba de un grupo común y corriente, que nada había que temer”. Pero lo cierto era que en esta primera banda sin nombre y de actitud punk, Hector cantaba covers en inglés, intrínsecamente políticos: “El punk era la línea perfecta para expresarnos en contra. El arma ideal frente al régimen militar y la represión. Total, la mayoría de los soldados no entendería nunca lo que tratábamos de decir”.
En el 84 todo empeoró. Y Héctor tuvo que migrar a la ciudad. Y la ciudad convulsionaba al ritmo de la música disco, manifestaciones diarias y la inexistencia parcial del punk. Hasta la consolidación de Warning, y una pequeña escena de música punk en el 89, Héctor indica que “ser punk en ese entonces significaba más o menos escuchar a Guaraguao”, cuestión que “carecía en esencia de la fuerza, la velocidad y lo directo de las letras del punk. La poesía de esa música de protesta siempre ha disfrazado demasiado las cosas lamentablemente”.
Con el auge de los movimientos alternativos de los noventa, Warning tendría una fase definitiva. Concretaría su nombre, canciones propias, además de ideologías y posturas políticas más específicas. No obstante, trabajando siempre al margen como “un llamado estridente que generaba alerta, tratando de mantener la coherencia y sin caer en lo radical, o en los prejuicios”. La intención, según comenta Héctor, era contextualizar el punk, es decir, hacerlo guatemalteco lo mejor posible: una herramienta primordial de crítica social. “Pero hay que estar atento ante esta postura”, dice Héctor, “la palabra es un arma demasiado grande, inclusive comparable a una bomba atómica”.
Stage punk
En contraposición a otras corrientes, en el 97, el punk necesitaba una estructura subterránea. Allí nace “la idea de un concierto al mes para tratar de identificar a tres o cuatro pelones más en el movimiento. El Stage Punk surge de ese concepto”. Sin embargo, Warning obtuvo respuesta de gente “punk” procedente de la zona 14 y zona 15. “Se les aceptaba igual, pero a veces eran muy evidentes las incoherencias. Digamos que era otro tipo de marginalidad… luego encontrarían otras escenas más adecuadas”, indica. La escena subterránea del Stage Punk, sin embargo, se ha mantenido por más de una década como “necesidad de pensamiento, pero sobre todo, un canal de inconformidad. No somos un país que genera cultura. Absorbemos cultura.
En medio, Warning no se iba a disfrazar de marimberitos para captar alguna atención o lástima. Sino que intenta regresar algo, en su misma cultura, a los provocadores de este caos social en el cual existimos. En lugar de una bala, la voz. En lugar de un fusil, una guitarra”, añade Héctor.
Agradezco a JP quien fue el me colaboró pasándome el link.