Por: Crisgo // Fotos y Vídeo: Marcelo Tiusaba
El domingo 20 de marzo se realizó uno de los mejores eventos en lo que va del año en la capital. Desde las 3:00 pm, The Bonfire abrió las puertas a todos los seguidores del punk frívolo y rápido de los Ramones. Este sitio famoso por sus fiestas temáticas, fue equipado para ser el spot perfecto para un concierto de esta magnitud, impecable acústica y con la fortuna de contar con una tarima bastante cercana al público. Esa magia de contacto y cercanía a los espectadores estuvo siempre presente, desde sus primeras presentaciones en el CBGB hasta su último show en agosto de 1996 en el recinto The Palace en Hollywood.
Grandes clásicos de bandas inspiradas en los Ramones sonaban de fondo gracias al setlist de dj Cobretti. Mientras que a su vez, en tarima se alistaba Sin Nadie al Mando. Esta banda recoge en sus letras y en su sonido en vivo la constancia y dedicación de un proyecto bien elaborado, tocando temas de toda su trayectoria hasta llegar a un cover de los grandes Piperrak. Criticados por algunos y amados por otros, los segundos en subirse al escenario y dejar al público listo para Marky fue Chite. Es innegable que desde el 2002 y hasta la fecha, esta banda sigue manteniendo un sonido rápido y directo con una referencia significativa a los Ramones, su show despertó a un público joven y ansioso, mientras que otras personas solo esperaban que su presentación terminara.
Al caer la noche Marky ya se encontraba en The Bonfire, dentro del público se murmuraba sobre su presencia y algunos afortunados pudieron conocerlo. En un meet & greet donde Marky se encontraba incómodo, algunos fans pudieron robarse selfies con él, firmó discos y respondió preguntas en fracciones de segundos, mientras se tomaba la foto oficial del evento.
Muy a las 7:25 p.m. se ve la figura de un hombre alto bajar por la parte de atrás del escenario, con una frondosa cabellera, gafas negras y mascando chicle. Un corto saludo con la mano fue su presentación con el público. No es necesario nada más, esto es punk rock.
¡One, two, three, four!, grita el bajista y empiezan su show con Sheena Is a Punk Rocker. Es inexplicable la experiencia que viven jóvenes y veteranos con cada canción que suena, Marky se toma un lapso de dos a tres segundos en retomar mientras se presenta el cambio de la canción y vuelve a sonar el ¡One, two, three, four!. Ni un solo de sorbo de agua durante su presentación, ninguna interferencia, a este hombre de 69 años no lo distrae ningún movimiento, su ritmo en la batería concuerda con su movimiento de boca mientras mastica su goma.
31 canciones fueron coreables de inicio a fin, sabemos que los Ramones representan un amor de dos facetas; una que es por medio de sus canciones con riffs netamente pegajosos y bailables, que se volvieron temas comercializados en campañas publicitarias o en fiestas cualquieras como lo son: Blitzkrieg Bop, Surfin’ Bird o Rock n’ Roll High School y la otra faceta en su sonido más melancólico y lento que se puede apreciar en canciones como: Pet Sematary o I Believe in Miracles. Afortunadamente hubo espacio para todos y en su hora larga de presentación sonaron estos clásicos que representan las 5 décadas que llevan tocando y dejando su música en el mundo.
Marky termina el show sin despedirse de nadie. Deja a sus músicos que lo acompañaron en su gira para que se despidan del público, arrojan las baquetas, toallas y pics de guitarras. Mientras que el público pide otra canción, él sube a refugiarse en el camerino, la gira ha terminado.