Texto: Luis Antonio Guerra A.K.A Pulgar  / Fotos: Marcelo Tiusaba

    

Desde un principio tuve la sensación de que la noche en que The Offspring y Bad Religion tocaran en Bogotá sería larga, casi tanto como la espera por el concierto. Tal vez porque era Halloween en la capital mundial de excusarse para rumbear o tal vez porque cuando la noche te agarra en las calles de Bogotá, siempre hace lo posible por no soltarte.

Se me hizo extraño encontrar en la fila a quienes son demasiado duros para escuchar eso que llaman punk rock melódico. En realidad unos aprovechaban el tumulto para vender mercancía, otros pasaban el rato antes de cambiarse a otro andén menos cálido y otros acompañaban a sus novias. Colombia es un país que lleva muchos años en guerra, con una escena rocanrolera completamente desconectada de lo pop, donde no hay cabida para el romanticismo, donde nadie baila una canción lenta a las dos de la mañana porque exhibir los sentimientos en una fiesta es como mostrar debilidad en un ring de boxeo.

No hay tanta gente disfrazada como esperaba. Parece que no todo el mundo tuvo tiempo de prepararse o simplemente no querían andar incómodos entre una muchedumbre. Mi invisible disfraz de periodista funciona tan bien que me permiten entrar, aun después de cerrado el ingreso para prensa.

No está muy claro por qué la organización escogió la banda telonera. Aunque paradójico, es probable que lo haya hecho por no confiar en el punk. Hasta sus detractores los hemos visto en vivo montones de veces, la presentación es francamente aburridora. En su defensa me permito decir que el set duró lo justo, que no tocaron mal y que la voz no sonó tan chillona como en los discos.

Es grato reconocer entre el público a personas que no veía hace tiempo o con las que no suelo compartir mis ratos libres. Algunos nostálgicos de una preadolescencia viendo MTV y otros que se han dedicado a escuchar esta música, a analizarla y a teorizar sobre ella.

Just take a look around you, What do you see? Kids with feelings, Like you and me. Understand him, he’ll understand you; For you are him, and he is you”

-Sham 69

Precisamente por la fuerte división que hay entre las escenas del punk local, la audiencia no parece entender del todo porque Bad Religion hace su aparición en el escenario con una pista desconocida para ellos. En Colombia los chicos nunca han estado unidos y así como los seguidores de Sham 69 que habitan estas tierras jamás entrarían a un concierto de Bad Religion, los asistentes nunca han oído mencionar esa banda. Lo que pasó por la mente de Greg Graffin al constatar que sólo el 5% del público coreaba el tema, probablemente se mantenga como un misterio para siempre.

La banda empieza a tocar y si bien mucho menos decoroso y nada optimista, 21st Century Digital Boy es también un himno, uno mucho más actual (pese a haber sido compuesto hace 30 años), tanto que me sorprendo a mí mismo coreándolo y pensando en cuánto me identifico con la letra.

La presentación de BR estuvo llena de hits y uno que otro tema del álbum nuevo. El público coreó y pogueó a más no poder y de cierre nos dejaron con uno de sus clásicos: tenemos al Jesús americano, míralo por la avenida, tenemos al Jesús americano, el que ayudó a construir la finca el presidente.

En 1993 Bad Religion lanzó el álbum Recipe for Hate, donde incluyó este tema, American Jesus, dejando clara la visión que tenían sobre la religión y cómo ésta servía de excusa para que Estados Unidos pasara por encima del resto del planeta. Hoy en día viajan por el mundo cerrando sus conciertos con esta canción, quizás en uno de esos gestos mitad bochorno y mitad nobleza que exhibe la gente del primer mundo cuando ven el desastre que es el tercero.

The Offspring, una máquina de producir sencillos, no duda en interpretar esa noche sus temas más populares. Sin embargo, el arranque del set con Americana, nos recuerda la inconforme fuerza que ha definido siempre al punk rock norteamericano: la letra es una crítica a la banalidad de América, y a cómo su famoso sueño no es más que una quimera que en muchos casos se convierte en una pesadilla. Contrario al American Jesus de Bad Religion, Americana es una reflexión local, que deja por fuera al resto del mundo, es un retrato de cuán oscura puede ser la vida en los Estados Unidos pese a qué tan feliz aparente ser.

No solo por las grandes cantidades de alcohol ingeridas, sino también por estar en un espacio seguro para ello, sin temor alguno me dejo llevar por el adolescente que canta a gritos Want You Bad y Pretty Fly con mucha emoción, mi versión quinceañera hubiera disfrutado mucho este concierto, probablemente sin whisky.

A la salida del Royal Center mis amigos me conducen a un estudio de música en el barrio La soledad, donde pasamos horas discutiendo, comentando y escuchando las bandas fundacionales del punk. El concierto de The Offspring y Bad Religion, en medio de lo pop, ha resultado tan poderoso que nos hace evocar a las bandas más importantes de nuestras vidas.

La noche está llegando a su fin y conforme amanece, me lanzo a seguir buscando en las frías calles de Teusaquillo, quizás una botella, quizás una canción, quizás un desamor.

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